Deepfakes y creatividad: el doble filo de la IA
- Alexandra Ramírez

- 29 may
- 2 Min. de lectura

¿Te imaginas a Frida Kahlo leyendo una de sus cartas en video? ¿O a Maradona contando una anécdota, como si estuviera hoy, en presente? Bueno, no es magia ni ciencia ficción: es deepfake. Y aunque el nombre todavía suena a película conspiranoica, la realidad es que esta tecnología ya forma parte de muchos proyectos creativos (y no todos dan miedo, te lo prometo).
Hoy quiero hablarte justamente de eso: de los deepfakes éticos. No los oscuros, manipuladores ni los que nadie pidió, sino los que se usan con respeto, propósito y un toque de creatividad. Los que abren preguntas interesantes sobre memoria, narrativas y nuevas formas de contar historias. con respeto, cabeza y mucho amor por el arte visual y la narrativa.
¿Qué es un deepfake y por qué todos hablan de esto?
Un deepfake es básicamente un video generado (o manipulado) con inteligencia artificial para que una persona parezca estar diciendo o haciendo algo que en realidad no hizo.
Suena a película de espías, pero en el mundo audiovisual, esto se está usando para cosas súper interesantes. Desde revivir personajes históricos en documentales hasta rejuvenecer actores para una escena de época, los deepfakes permiten crear cosas que antes eran imposibles… o muy, muy caras.
¿Cuando el deepfake es una herramienta creativa?
La clave acá es el uso que se le deé ¿Qué significa eso?:
Que haya consentimiento.
Que no se engañe a nadie.
Que se use con fines creativos, educativos o artísticos.
Y que no se distorsione la verdad para manipular.
Por ejemplo, si un museo quiere que una figura histórica "cobre vida" para contar su historia, eso es un uso genial de la tecnología. O si una productora quiere recrear un actor joven para una escena puntual, y lo hace con su permiso, ¡perfecto! Eso es cine, es narrativa, es magia visual.
¿Y qué tiene que ver esto con la edición de video?
Todo. Porque detrás de cada deepfake bien hecho hay horas de edición, de montaje, de pruebas, de ajustar detalles para que el resultado no sea creepy, sino realista y con alma.
Y ahí es donde entro yo, como editora de video, me interesa que estos recursos se usen con responsabilidad y buen gusto. Que el foco esté en contar historias, emocionar, enseñar… no en engañar.
Además, combinar IA con edición humana es una mezcla poderosa: la IA aporta lo técnico, pero la sensibilidad, el ritmo, el ojo narrativo... eso sigue siendo 100% humano (y mío).









Comentarios